Vivir y dejar vivir
Mi ciudad, por no decir ya mi país, vive una temporada difícil. Ha habido tiroteos en varios puntos, delincuentes organizados se han enfrentado al ejército entre balazos y explosiones; la policía federal patrulla las calles día y noche, buscando caras sospechosas, afirmando su autoridad llevando al frente el rifle ya preparado. La gente tiene miedo, miedo al sicario y miedo al soldado, es normal que se den las falsas alarmas, la psicosis, también son normales los escépticos que creen que todo es estrategia para que olvidemos el alza de precios. Se ve de todo, madres que lloran a los hijos que no han perdido, familias que se encierran en casa, familias que aprovechan las vialidades despejadas para ir de paseo por la ciudad, vecinos que se organizan para vigilar sus colonias, vecinos que sospechan de sus vecinos, gente que tiene “un amigo cuyo primo vio a los sicarios en una camioneta el otro día”, hijos que protestan ante la negativa de los padres de dejarles salir por la noche. Y en