Comienzos y recomienzos
Cuando se habla en la televisión, la internet o las películas acerca de cumplir 30 años, cuatro escenas me vienen a la mente, una, la de la femme fatale con copa de martini en mano, tacones de aguja y minifalda sensual, que usa el cabello en seductoras ondas y los labios rojos, y que siempre huele a un buen perfume. La herencia de Sex and the City nos retrata a una mujer de treinta y tantos que vive en la ciudad, se divierte, con un buen trabajo y un mejor cuerpo, con muchos pretendientes pero libre y sin ataduras. La chica que muchas sueñan con ser: empoderada, coqueta y feliz. Por otro lado, viene a la mente la imagen de una linda mujer con ropa casual, que carga en brazos a un bebé regordete y hermoso, o que riega las plantas de su propio jardín, que quizá no se ve tan sensual como la primera -amén de que detrás de esas ropas cómoda esconde un cuerpo de primera- pero que irradia orgullo de sus propias conquistas: una casa propia en los suburbios, un esposo guapo y exitoso que a