Extraño el centro
Extraño el centro....tengo casi año y medio sin ir a pasear por sus calles en la tarde xalapeña. De arriba a abajo, extraño ir a mirar chácharas en la Plaza Clavijero y Casa Ahued, comer pizzas y sandwichitos de jamón con queso en Torres, ir a la sección de velas, yerbas y brujerías del Jauregui, ir a comer ramen y a ver y comprar cositas de anime en Plaza Real, comer camarones en el buffet chino de Carrillo Puerto, probarme ropa en Cuidado con el Perro, Vertiche y las boutiques junto a Catedral. Extraño comerme una banderilla de salchicha en el parque Juárez, entrar al Ágora, tontear en el mirador junto a la araucaria, sentarme en las gradas del teatro al aire libre. Extraño ir a Miniso y querer llevarme todo cada vez, ir al callejón del diamante y a la tienda china del pasaje Tanos. Al pasaje de los libros y a esa tienda llena de inciensos y gnomos que está dentro del mismo, y la de rock, juguetes y ropa gótica que está a lado. Tomarme un cafecito en el Moretto o el Bola, viendo a la gente pasar. Comprar jeans en el bazar Enriquez y maquillaje en la tiendita frente a Contino. Extraño mi caguama de La Chiva con papitas alioli, y los mojitos del Subma, las Pizzas de los lagos, y una cerveza de la Caña (que ya nunca volveré a probar pues el Covid se la llevó). El Covid ... Que sigue sin darnos tregua, y sigue poniendo a prueba nuestra capacidad de obedecer órdenes, de ser pacientes, de ser higiénicos y razonables. Habrá quien me diga que todo eso lo pude seguir haciendo en este tiempo "teniendo cuidado". Pero hay siete sonrisas (las de mi familia) que extrañaría mucho, miles de veces más, por el resto de mis días, si decidiese cambiarlas por una tarde como cualquiera en el centro de esta ciudad. Porque todo eso que extraño, lo extraño siempre en compañía de ellos, de uno o de todos. O al menos con la alegría de saludarlos y contarles como me fue, al volver a casa de mis paseos solitarios.
No cambien lo importante por lo superfluo, no desesperen, ¿qué pensarían de nosotros los abuelos y bisabuelos que vivieron guerras, recesiones y carencias? ¿Qué dirían si nos ven mandando todo al carajo por una función de cine, por un paseo porque "estaban muy aburridos"? Faltan meses todavía, meses, falta mucho porque muchos no dejan de salir a contagiarse, o jugar con su suerte si no les da. Porque solo es eso, suerte.
Estamos nuevamente en semáforo rojo. Gracias a esos "temerarios impacientes", otra vez se vieron obligados (nos vemos obligados) a reducir nuestras actividades comerciales y de prestación de servicios. ¿Cuántos negocios más perderemos en esta ocasión?
Y toda esta romántica reflexión, la resumo en la idea central: DEJEN DE SALIR A PASEAR Y A CONTAGIARSE DE COVID, AUN NO ES TIEMPO DE SALIR.
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