¡Eso que importa!

Me encanta silbar, es uno de mis hábitos favoritos. Afortunadamente puedo silbar, porque me he dado cuenta de que no a todos les sale, sin embargo, es un pequeño placer que muchas veces me veo obligada a reservar para aquellos escasos momentos del día en que silbar es "correcto" (dejen de buscar la relación entre Obama abrazando a un nativo nortemaricano y lo que estoy diciendo, ahora lo entenderán...)

¿Correcto? ¿Algo tan simple como silbar una melodía puede caer en el terreno de lo malvisto? Desde luego que sí, vivimos en un mundo donde ciertas atrocidades como las corridas de toros son aceptadas y hasta aplaudidas por la gente, mientras que algunas otras inocentes actividades como reir mientras se camina solo por la calle son rechazadas y aislan del resto a quienes las practican.

¿Quien es el que marca en este mundo lo que es correcto y lo que no lo es? ¿Por qué adelgazar hasta desaparecer es sinónimo de ser bella o bello, y ser rollizo está mal? ¿Por qué todo el mundo debe tener televisión o celular? ¿Por qué no puedo simplemente pedir un tenedor en el restaurante de comida japonesa ante la imposibilidad de comer con esos desesperantes palitos? E insisto, ¿por qué la gente me mira extraño si silbo mientras camino?

Eso de ser correcto es un arma de doble filo. Estoy de acuerdo en que no es posible hablar a gritos en una biblioteca, o reír a carcajadas en un acto cívico, ante todo hay que mantener la barrera del respeto a los demás, sin embargo, ese afán de algunos por ser 100% correctos, nos lleva a muchos pantanos que convierten a los hombres sanos y libres, en hombres enfermos y frustrados.

Es erróneo pensar que usar sólo ropa de marca es símbolo de estabilidad, pero también esta mal creer que los harapos, las rastas y los huaraches son la única clave para alcanzar la felicidad. Los abusivos que comen sopa de tortuga bebé estàn igual de perdidos que los respetuosos que se obligan a no comer nada más que las frutas que se caen de un árbol. Aquí no hablamos de lo bueno y lo malo, ya que ese es un tema mucho mas denso, nos referimos a lo correcto y lo incorrecto, todo aquello que es posible hacer o no hacer so pena de la exclusión social. Los extremos de lo incorrecto y lo correcto siempre nos llevan a errores como estos. La censura de lo llamado "incorrecto" siempre deriva en racismo.

Si fuera posible vivir libremente, sin estar todo el tiempo pensando en lo que se ve bien y lo que se ve mal, a lo mejor comenzaríamos a llevarnos mejor. Si aprendiéramos a usar el criterio para expandir nuestros horizontes, ya no nos preocuparían tantas cosas sin importancia que hacen nuestra vida miserable.

¿Con qué cubierto se come el postre? ¿Con qué mano se saluda? ¿Con qué colores se debe combinar el verde? ¿Con qué tipo de calzado se usa un pantalón de vestir? ¿A qué edad se debe contraer matrimonio? ¿En qué eventos es obligatorio usar una corbata? ¿Qué diferencia hay entre usar un bikini en la playa y una minifalda en la oficina?

¡Todo eso qué importa! ¿De que sirve?, de nada, no sirve más que para generarnos angustia. ¿Y si me equivoco y me como el postre con la cuchara para sopa?, ¿Y si uso tenis para ir a una boda?, ¿Y si me pongo a danzar al compás de la orquesta en un concierto de gala? ¿Qué es lo que va a pasar? No va a pasar nada. Pero siempre tenemos miedo de la mirada de los demás, de esa mirada que excluye. ¿Cómo estamos tan seguros de que esos otros que nos miran con tanta dureza no tienen también imperfecciones en sus cuerpos, ropas que los hacen ver ridículos, sucios hábitos inconcientes, tics, faltas de ortografía, manías o incluso perversiones? ¿Qué más da hacer lo que uno quiere hacer, si al final de cuentas todos nos morimos por hacerlo? Yo prefiero cantar y silbar en público, reír hasta las lágrimas en cualquier lugar, echarle salsa catsup al mas fino filete de robalo, llorar como histérica con el final de una película en la sala de cine, usar escotes provocadores, aprender a cantar viejísimas canciones de cuna francesas, mirar a la gente que pasa junto a mi directo a los ojos.


Lo correcto y lo incorrecto dependen tan sólo de una cosa: del estar bien con uno mismo y con los demás. Lo demás no tiene importancia. Debemos intentar recuperar esa naturalidad que la conviviencia "social" nos arrebata, enseñar a los más pequeños que está bien expresar los sentimientos, que no es malo alzar la voz, que es necesario reir y hacer el ridículo. El ridículo es la clave. Debemos aprender que todos somos ridículos, y que esta bien, porque eso nos hace ser únicos.


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