Que bonita es la mentira
Desde que somos pequeños aprendemos en la casa y en la escuela que mentir es malo y debemos de evitarlo a toda costa; el mentiroso es un personaje rechazado por los demás, indigno de confianza; las leyes incluso señalan castigos de todo tipo para los que no dicen la verdad. Y yo me pregunto, ¿de verdad es tan mala la mentira?
Mi infancia fue como la de tantos, tranquila y ordinaria, sin embargo, estoy segura de que fueron las mentiras las que la hicieron especial.
Yo fui una niña dichosa gracias a Santa Claus, Los Reyes Magos, el Ratón de los dientes, el Angelito de la guarda, las hadas, las brujas y los fantasmas. Todos ellos creados por mis amorosos padres para que yo pudiera tener ilusiones. Y también sentí un indescriptible alivio al saber que mi tortuguita no había muerto, sino que se la habían llevado a una granja de tortugas donde iba a curarse y a vivir con sus demás hermanas. Yo no creo que esas mentiras fuesen malas, al contrario.
En la adolescencia, cuando me ponía para salir un pants gris deslavado, con un sueter verde oliva, unos tenis rojos y un sombrero de pesca azul, y le preguntaba a mi mamá cómo me veía, ella siempre decía con una sonrisa "ay, muy bonita", aunque todos los estándares de la moda indicaran que esos colores jamás podrían ir juntos, eso sin mencionar el acné, los brackets y la maraña de cabello que tenía a esa edad. Los ojos de las madres mienten todo el tiempo cuando ven a sus hijos, ven belleza donde hay ordinariedad, ven inteligencia donde no la hay, ven bondad donde hay egoísmo, ven incluso inocencia donde hay culpa. ¿Son malas las madres al decir que sus hijos son perfectos cuando no lo son? Simplemente es amor convertido en mentiritas, que siempre levantan el ánimo hasta en los días más grises.
Tantas mentiras tan buenas, y aún así luchamos en contra de ellas...
Miente el hombre que le dice a un familiar moribundo que todo va a estar bien, que va a mejorar; mienten los empresarios al decir que sus productos son los número uno del mercado, miente el presidente al decir que todo esta bien en el país, miente el mago que sorprende a su público con proezas mágicas, miente el cocinero que acaricia al conejo y lo tranquiliza antes de matarlo, mienten el cineasta y el novelista, que nos presentan mundos que no existen, todos mienten, y todos al hacerlo nos hacen felices, nos dan esperanzas.
Y también miente el hombre que le dice a una mujer "Te amo" cuando no es verdad. Es un engaño, sí, pero qué felices somos al escuchar esas palabras de la boca de alguien querido. No importa el tiempo que dure, ¿qué importa el sufrimiento posterior si en ese instante nos sentimos amados y nos sentimos bien? Qué hermoso es mentir para proteger, mentir para aliviar, mentir para sorprender, mentir por amor. Qué mundo tan bello tenemos gracias a las mentiras.
Yo soy una mentirosa, y muy orgullosa de serlo. Una mentirosa responsable, claro, pero capaz de inventar cualquier cuento con tal de evitarle penas a los demás...
Confesión final: Mi mentira más grande es decir que no me gustan las películas de amor ni las cursilerías del romance cuando en verdad me encantan. Pero eso es un secreto.
Cara Flora di Nora.
ResponderEliminarSei una bugiarda stupenda.
:)
Algún gran autor dijo que la literatura era maravillosa porque refleja todo lo que no existe. El mundo inexistente que leemos, mejor dicho, imaginamos. La imaginación es la mentira más hermosa todas las mentiras que el caos pudo haber volado.